Moscú, 9 de febrero, RIA "Novosti".
Danilov, es director del Instituto de Estudios Hidráulicos
y miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de
Rusia.
El protocolo de Kioto, que entra en vigor el 16 de
febrero de 2005, busca el objetivo de reducir los efectos
negativos de la actividad humana en la biosfera y desacelerar
los evidentes procesos de cambios climáticos.
Siendo anexo a la Convención Marco sobre el Cambio
del Clima de la ONU, este documento da una mayor concreción
a la misma para un lapso del tiempo determinado y en
los ámbitos concretos.
En lo que respecta a su aplicación, destacan
por su importancia tres aspectos interrelacionados:
climatológico, ecológico y económico-técnico.
El protocolo de Kioto contempla las medidas con miras
a paliar las consecuencias negativas del cambio climático
y apunta a disminuir el consumo de combustible de hidrocarburos
por unidad de producción.
El agotamiento de las reservas de carburantes orgánicos
es un proceso inevitable y la mejor manera de afrontarlo
es hacer lo que recomienda el protocolo de Kioto en
materia de ahorro de energía y el reemplazo de
materias primas por la "información".
Cualquier máquina y cualquier producto manufacturado
no es sino una simbiosis de la sustancia natural y de
los conocimientos que aportó el hombre. Cuanto
más sofisticada es la tecnología, tanto
mayor relevancia adquiere el componente informativo
en los costes de producción.
El protocolo de Kioto sirve de fuerte aliciente para
la modernización tecnológica de la economía
nacional. En Rusia el consumo de energía por
unidad de producto es 3,1 veces más alto que
en Europa, mientras en todos los sectores existen las
posibilidades de promover el ahorro de hidrocarburos,
entre ellos centrales termoeléctricas, industria
del gas, metalurgia, refinación de petróleo,
industria química, producción de cemento,
de celulosa y de papel.
Es indudable que el protocolo de Kioto comunicará
un fuerte impulso a la renovación del sector
de servicios comunales y de vivienda en el que las pérdidas
de energía alcanzan los máximos y la eficacia
energética se mantiene en los mínimos.
El rendimiento de los sistemas de calefacción
está muy por debajo del 50%, es decir, la energía
simplemente se esfuma. El país pierde más
de la mitad del agua destinada al consumo. Duele reconocer
que en este ámbito llevamos un retraso de 50
años respecto a los países occidentales.
No obstante, nada se hace por arte de magia. Lamentablemente,
hasta ahora brilla por su ausencia el plan de acción,
aunque se sabe que en este documento están trabajando
el Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio,
como entidad cabecera, y varios departamentos, entre
ellos el Ministerio de Recursos Naturales, el Ministerio
de Industria y Energía, el Comité de Hidrometeorología
y el Servicio Federal de Supervisión Ecológica,
Tecnológica y Nuclear.
Hay quien afirma a voz en cuello que los derechos de
emisiones contaminantes, asignados a Rusia, no proporcionarían
beneficios algunos al país, puesto que los vendedores
sobran. Estoy convencido de que sin la participación
rusa no prosperará el proyecto de creación
de un efectivo mercado de emisiones de gases. Las cuotas
con que cuenta Rusia cubren las demandas de Europa,
Canadá y Japón. Es de lamentar que EE
UU se haya distanciado del protocolo de Kioto, circunstancia
que afectará a los precios. Sin embargo, llegará
el momento en el que a los norteamericanos les resultará
provechoso ratificar el documento y lo harán
a despecho de las declaraciones que lanza hoy el presidente
Bush.
En Rusia se mantenían los debates acalorados
en torno a los efectos positivos y negativos del documento
en cuestión, pero en noviembre de 2004 el líder
ruso, Vladimir Putin, puso los puntos sobre las íes.
Comparto la opinión de que eran las consideraciones
políticas las que motivaron la decisión
de ratificar el protocolo de Kioto para facilitar el
acceso de Rusia a los mercados de la UE y la adhesión
del país a la Organización Mundial del
Comercio. Pero el factor político no hubiera
podido surtir efecto deseado ante la ausencia de los
argumentos sólidos a favor del protocolo desde
el punto de vista de los intereses nacionales y de los
beneficios que proporcionaría al país.
Desde luego, fueron tomados en cuenta los efectos que
en un futuro, si bien lejano, el proceso de Kioto tendría
en la naturaleza.
El protocolo de Kioto no es el único intento
de conseguir las mejoras ambientales. En los próximos
meses comenzarán las conversaciones internacionales
sobre las acciones a emprender después de 2012,
año en que perderán su vigencia las estipulaciones
del protocolo. Una de las tareas prioritarias consiste
en demostrar la importancia que los ecosistemas rusos
tienen para el equilibrio ecológico global y
evaluar su contribución al "metabolismo
carbónico". Es preciso saber con exactitud
tanto las emisiones de CO2 que lanza Rusia como la cantidad
de gases que absorben y neutralizan los bosques y pantanos
del país. Los cálculos realizados hasta
ahora defieren en veces. Rusia cuenta con una cuarta
parte de los bosques mundiales lo que permite comprender
el alcance de los estudios a realizar.
En lo que respecta a las inquietudes que el protocolo
de Kioto suscitó entre sus enemigos, puedo comentar
lo siguiente: "En Rusia siempre existe el riesgo
de organizar mal el trabajo. Pero es el único
riesgo que origina el protocolo de Kioto."
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