La experiencia reciente de las "revoluciones de
terciopelo" en el espacio postsoviético
hace pensar en las perspectivas de desarrollo político
de la región.
En opinión de Konstantin Simonov, director del
Centro de Coyuntura Política, Estados Unidos
y los países de Europa Occidental están
interesados en la marcha triunfal de las "revoluciones
naranja" por toda la CEI.
En el momento presente, los más vulnerables
ante los cataclismos políticos son los Estados
de Asia Central, en primer lugar Kirguizia, Kazajstán
y Uzbekistán. Además, esos países
presentan mucho interés geopolítico, especialmente
si se toma en cuenta la situación que se vive
en Oriente Próximo y el eventual desarrollo del
conflicto en torno a Irán.
Las élites gobernantes de los Estados en cuestión
temen ser derrocadas. Pero precisamente esa sensación
de tensión puede impactar positivamente en el
desarrollo de la situación general en la región.
De este parecer es, por ejemplo, el experto del Centro
Carnegie de Moscú, Alexey Malashenko. En su opinión,
los líderes de dichos países, en primer
lugar de Kirguizia, procuran asirse a la idea de democratización
y desarrollo de la sociedad ciudadana. O sea que la
iniciativa de modernizar el régimen político
puede a partir de las autoridades que ocupan una posición
progresista, comprendiendo la necesidad de realizar
cambios.
Al propio tiempo, según Malashenko, tales autoridades
procurarán conservar su poder a cualquier precio,
si no el del presidente concreto, por lo menos de su
familia o, como máximo, de su clan. Pero pese
a ello es muy positivo que los regímenes actuales
se vean obligados a adaptarse de uno u otro modo a la
nueva realidad.
Pero en opinión general de los expertos entrevistados
por RIA "Novosti", para los Estados de Asia
Central, en primer lugar para Kazajstán y Kirguizia,
las "revoluciones naranja" entrañan
un peligro de desintegración, dada la diversidad
de su composición étnica.
En cuanto a Turkmenia, sería muy bien si allí
se realizara una "revolución de terciopelo",
pero de momento no existen ningunas premisas para ello.
Toda oposición civilizada se encuentra hollada
o liquidada en el país. Y de llegar al poder
unos radicales tipo talibán afgano, la situación
sólo empeoraría, dice el director del
Instituto de Análisis Político y Militar,
Alexander Sharavin.
En lo que concierne a Kirguizia, según él,
incluso desde posiciones liberales sería incorrecto
afirmar que una exitosa "revolución de terciopelo"
haría un efecto benéfico para el desarrollo
de la situación en el país. Lo de tener
el régimen de Akaev ciertos rasgos del autoritarismo
se justifica por la presencia en el país de unas
fuerzas extremistas que han usado, entre otros, métodos
de confrontación armada, dijo el experto al concluir.
Tampoco conviene olvidar que en los países como
Kazajstán, Uzbekistán, Kirguizia y en
un grado menor también en Tayikistán y
Turkmenia siguen residiendo muchos rusos y otras etnias
del habla rusa. Desde este punto de vista, la seguridad
de esos países significa la seguridad para nuestros
compatriotas.
En Rusia no queremos que se experimente intentando
democratizar a prisa a los países de dicha región,
comenta el director del Instituto de Estudios Estratégicos,
Evgueni Kozhokin.- Y no porque estemos en contra de
la democracia, sino porque como resultado de aplicar
esquemas mal sopesados podrían producirse explosiones
políticas y sociales, los regímenes laicos
se verían sustituidos por los musulmanes y hasta
por fundamentalistas, con mucha probabilidad. Tal peligro
existe, especialmente en Uzbekistán y Tayikistán.
El camino hacia la estabilidad en la región
de Asia Central tiene que pasar por una paulatina formación
de los Estados de derecho, los que posiblemente durante
un período bastante largo sigan teniendo rasgos
característicos de los sistemas autoritarios.
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