El canciller alemán, Gerhard
Schröder, inició en Arabia Saudita una gira
que lo llevará a siete países árabes,
marcada por el interés del sector económico
germano de beneficiarse del boom de la región.
El maratónico viaje del jefe de gobierno alemán
por la península arábiga despierta grandes
ambiciones en la industria alemana. Tanto que se dice
que varios ejecutivos de altísimo nivel no encontraron
cupo para acompañarlo: las plazas disponibles
estaban copadas. Y es comprensible. Al fin y al cabo,
la delegación recorrerá una zona más
boyante que nunca, debido al aumento del precio del
petróleo. Los problemas políticos no son
poca cosa, pero no opacan el brillo del oro negro.
Grandes expectativas
La gira se inició en Arabia Saudita, el país
más grande de la región y, a la vez, el
que posee las mayores reservas petroleras del mundo.
El petróleo deparó a las arcas sauditas
106 mil millones de dólares el año pasado.
"El país nada en dinero", escribió
el embajador alemán en Riad, en un estilo inusualmente
directo para un diplomático. Dentro de los próximos
años Arabia Saudita piensa invertir cifras millonarias
en nuevas industrias infraestructura. Y esto podría
ofrecer una gran oportunidad a empresas extranjeras,
que esperan obtener suculentos contratos. Los alemanes,
desde luego, no quieren quedarse al margen del lucrativo
negocio y Schröder lleva, por lo tanto, grandes
proyectos en su equipaje.
Los ministros de Transporte del Consejo de Cooperación
del Golfo causaron revuelo con un plan de unir a los
emiratos de la zona, desde Kuwit hasta Omán.
La tecnología alemana del Transrapid, el tren
de levitación magnética, podría
aplicarse para unir ese tramo de unos 2000 kilómetros
de largo. El citado tren de alta velocidad no ha llegado
a hacerse realidad en Alemania y de momento sólo
cubre una distancia relativamente corta en Shanghai.
Si la delegación alemana lograra firmar una declaración
de intenciones sobre la construcción del Transrapid,
este podría ser el éxito tan largamente
esperado para el proyecto.
Negocios ante todo
En Kuwait, el canciller Schröder y el director
general de Deutsche Welle, Erik Bettermann, darán
la partida a la ampliación de las transmisiones
de DW-TV en árabe, con una programación
de tres horas diarias. Al margen de lo anterior, también
allí los empresarios alemanes esperan poder concretar
buenos negocios. La industria germana, desde ya, goza
de buena fama en la región. En ello influyó
positivamente la actitud de la población y las
autoridades, contraria a la guerra contra Irak.
Capitalizar esa popularidad es lo que se proponen el
canciller y su comitiva. Aún no está claro
hasta qué punto se abordará también
el tema de los derechos humanos, como lo demandan diversas
organizaciones germanas. Sucede, en este caso, lo de
siempre: los gobiernos suelen ser quisquillosos ante
lo que califican de "intromisión en sus
asuntos internos". Y nadie quiere echar a perder
los ánimos en este viaje, que podría resultar
muy lucrativo.
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