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PARTENARIADO ASIMÉTRICO: LOS PRESIDENTES DE RUSIA Y EE UU SE REUNIRÁN EN BRATISLAVA
Por Victor KREMENIUK, subdirector del Instituto de EE UU y Canadá.
 

Pocos dudarán de que hace falta que los presidentes de Rusia y EE UU se reúnan y aclaren sus relaciones. Y está bien que ello suceda ya este mes. Tras su primer encuentro en Ljubljana, en 2001, siguió un período de permanentes contactos. Las agendas de todas las reuniones ruso-estadounidenses comprendían decenas de puntos y su solución conformaba el tejido de la cooperación bilateral. Existía un fuerte elemento de simpatía mutua entre los presidentes, el que imprimía el respectivo matiz emocional al diálogo interestatal.

En las relaciones Rusia - EE UU surgió el estado de partenariado, pero debido a la diferencia que existía en los potenciales de ambos países, era un partenariado asimétrico. En unos temas como, por ejemplo, la lucha contra el terrorismo, el control sobre las armas estratégicas y la no proliferación de las de exterminio en masa, eran relaciones entre dos iguales, pero en otros - la situación en diferentes regiones del mundo, la economía, las finanzas - los enfoques de Moscú y Washington diferían mucho y hasta surgían contradicciones insuperables.

Cuando en 2003 Rusia se negó a apoyar las acciones de EE UU en Iraq, se averiguó que las partes enfocaban de distinto modo muchos problemas atinentes a Irán, Georgia, Ucrania, así como los destinos de la democracia y del mundo. Surgió la sensación de que las divergencias, después de estar refrenadas durante un largo tiempo, de repente fueron soltadas, entrando en barrena, por lo que surgió un peligro de retorno de la guerra fría.

Desde el punto de vista de la seguridad internacional, el período de "relaciones complicadas" entre Rusia y EE UU ha resultado ser muy útil. Los políticos han podido convencerse de que la falta de discusiones ideológicas todavía no significa que las relaciones entre las dos potencias sean estables y llanas y que en contexto de la asimetría, las relaciones de partenariado se logran sólo trabajando tenazmente y mostrando tolerancia y lealtad mutuas. Y si ello no existe, si se viola el código de la conducta de partenariado, surge una situación preñada de conflictos.

Las personalidades oficiales de Moscú y Washington no querían reconocer la complicación de las relaciones mutuas. Sucedía todo lo contrario, a lo largo de todo el período de la crisis de Iraq, las dos potencias fingían que en las relaciones ruso-estadounidenses todo seguía igual que antes. Ello estuvo dictado por consideraciones relacionadas con las elecciones presidenciales que se celebraban en ambos países y por la negativa de reconocer que el mecanismo de vínculos bilaterales basado en simpatías personales resultó ser poco duradero. Los encuentros breves que George Bush y Vladimir Putin tuvieron en varias ocasiones: durante la celebración del 300 aniversario de San Petersburgo (mayo de 2003), en la ONU (EE UU, septiembre de 2003) y durante la reunión del Consejo de Cooperación Asia - el Pacífico (Chile, enero último), no aportaron ningún progreso a las relaciones mutuas.

A juzgar por las manifestaciones que hace la nueva secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, la Administración Bush tiene previsto analizar en serio sus relaciones con Moscú. Ello se realizará en el marco de la campaña de protección y fomento de la democracia en todo el planeta, declarada por el presidente de EE UU. Dadas las críticas que se dirigen últimamente en el mundo a Rusia, en particular con respecto a la interpretación que se da a los principios de la democracia, se hace obvio que la revisión de las relaciones con Moscú puede poner al desnudo las divergencias existentes.

De ahí la necesidad de celebrar el encuentro en Bratislava. Los presidentes, a juzgar por todo, intentarán hacer balance de los vínculos existentes, para determinar qué se debe conservar y desarrollar y qué eliminar. Lo más probable es que Washington llame la atención de Moscú sobre la necesidad de dejar de menospreciar las preguntas que surgen en Occidente con motivo de ciertos fenómenos de la realidad rusa, tales como el asunto YUKOS, la independencia de los medios de comunicación de masas y otros por el estilo.

Wahington por lo visto va a tomar más tarde las decisiones definitivas de cómo seguir desarrollando las relaciones con Moscú, haciendo a la parte rusa esperarlo con nerviosismo y obligándola a reflexionar sobre su propia concepción de la cooperación con la única superpotencia. Pero precisamente en ello consiste el sentido del partenariado asimétrico, en el que una parte determina y dispone, mientras que la otra espera y supone.