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RUSIA-FMI: VLADIMIR PUTIN HA PAGADO CON ANTICIPACIÓN LAS DEUDAS DE BORIS YELTSIN
Por Yana Yurova, comentarista en temas políticos de RIA "Novosti".

 

El pasado 1 de febrero, el ministro de Hacienda ruso Alexey Kudrin anunció oficialmente que Rusia ya no adeuda nada al Fondo Monetario Internacional (FMI). En cierto sentido, era un acontecimiento meramente económico y debían de celebrarlo, ante todo, los economistas y los financieros capaces de valorar tal victoria en plano profesional. No obstante, en la mesa festiva estaba sentado aquel día un hombre que nada tiene que con ciencias financieras pero sí guarda relación directa con el evento en sí. Da la casualidad de que el 1 de febrero es el cumpleaños de Boris Yeltsin, primer presidente de Rusia.

Fue precisamente durante el gobierno de Yeltsin, en noviembre de 1991, cuando Rusia y el FMI establecieron relaciones estrechas. El flamante Gabinete ruso, encabezado por Yegor Gaidar, solicitó en aquellas fechas la ayuda financiera del FMI para su programa de reformas: el futuro de Rusia estaba totalmente en la incógnita y el joven Estado ruso no podía esperar de nadie más la asistencia económica.

Los funcionarios del FMI acogieron bien la idea, así que el 1 de junio de 1991 Rusia se adhirió a esta organización. En agosto del mismo año, se le otorgó el primer crédito stand-by, por valor de USD1.000 millones, y a partir de ahí empezó la cosa. Rusia entró en un período de endeudamiento vertiginoso. Las deudas se fueron acumulando como una bola de nieve, amparadas en el machacado concepto ideológico de que cuanto más dinero recibe el país, más rápido se desarrolla su economía. Era muy impopular en aquel entonces hablar de que un día llegaría inevitablemente el momento de pagar. A los escépticos se les presentaba el argumento de que muchas naciones industrializadas con una economía estable, como EE.UU., no se avergüenzan de coger préstamos y se desarrollan dinámicamente.

Semejante postura de las autoridades rusas convenía al FMI perfectamente. A la hora de otorgar los empréstitos, el acreedor formulaba una serie de condiciones rígidas mediante las cuales el deudor debía atenerse de forma estricta a sus recomendaciones en lo relativo a la toma de decisiones importantes tanto en materia económica como en lo político. De hecho, Rusia se iba convirtiendo en un socio no igual al que se le imponía un guía. Se ofrecían recetas obvias que, en su esencia, no debían contrariar la política de EE.UU., principal contribuyente del FMI. Y como en muchas otras naciones, la actitud al FMI y a sus condiciones estándar pasó a ser uno de los temas más sensibles de la política interna.

Sabemos qué consecuencias ello tuvo en Rusia. Las autoridades se obsesionaron tanto con los préstamos, externos e internos, que se produjo la crisis financiera de 1998 cuyas repercusiones se dejaban sentir en Rusia hasta hace poco. Conste que el FMI no había puesto objeciones a la política de empréstitos excesivos en el mercado interno que acabaron por crear toda una pirámide especulativa de la deuda.

La deuda externa y los efectos del default de 1998 eran, probablemente, la parte más grave de la herencia que Boris Yeltsin le había dejado a Vladímir Putin. Como vemos, el actual presidente de Rusia se va liberando de ese lastre poco a poco, en particular, pagando las deudas con anticipación. De acuerdo con el plan de Hacienda, Rusia tiene la intención de abonar este año USD10.000 millones en concepto del servicio e intereses, en lugar de USD5.600 millones previstos en el calendario original.

La deuda contraída con el FMI, según el plan, debía ser liquidada para el año 2008 pero el Gobierno de Rusia tomó la decisión de adelantar el pago de USD3.330 millones para así deshacerse de la que era su deuda más politizada. Lo cual significa que Rusia cerró un capítulo que no era el más agradable ni el más fácil de su historia. ¿Habrá aceptado Boris Yeltsin, quien lo había abierto en su día, un regalo de cumpleaños tan simbólico? Qué más da ahora. Lo importante es que Rusia, habiendo liquidado su deuda con el FMI, pasa a ser un miembro de plenos derechos en esta organización. Nadie podrá indicarle en adelante cómo debe actuar. Es más: se abren nuevas perspectivas ante el rublo ruso que, en principio, ha de ser una de las monedas de reserva en el marco del FMI. O sea, los créditos a terceros países podrían otorgarse en rublos, y los Estados de la antigua URSS serían los primeros pretendientes para tales empréstitos, lo cual tiene bastante importancia para Rusia.